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Alejandra Melissa Rodríguez Mendoza


























































                    Una noche, 1 de marzo de 2001, cuando la fantasía    Si quieres a una persona leal, esa es Alejandra, siem-
                    y los sueños deseaban salir a flote y el baile y la   pre tratará de hacer todo lo que está a su alcance para
                    música  complementaban  la  velada,  llega  Alejandra   poder  ayudarte;  Todos  necesitamos  un  hombro  en  el
                    Melissa, con una sed por explorar el mundo y ver cosas   cual llorar algunas veces o alguna mano para que nos
                    nuevas, para demostrarnos a todos que necesitábamos   ayude a levantarnos. Alejandra no te da una mano, te
                    un poco de locura en nuestras vidas. Es una persona   da las dos; no te ayuda a levantarte, te obliga a hacerlo,
                    alegre e increíble que siempre está lista para fomentar   te hace querer luchar por lo que quieres. Si hay algo de
                    el relajo y el desorden, ella es la amiga que necesitas   ella que a todos nos gusta es que parece que nunca
                    porque sabe cómo hacerte reír con alguna de sus locas   se le acaba la energía, siempre quiere hacer, intentar o
                    ocurrencias, quienes la conocemos sabemos que no es   inventar algo; su creatividad no tiene límites. Nos dice
                    posible tener un momento aburrido a su lado, porque   que quiere estudiar comunicación social y artes escéni-
                    siempre  la  podemos  encontrar  en  una  locura  nueva,   cas, sabemos que va a lograr todo lo que se proponga,
                    pues Llegó al mundo para lograr lo imposible y hacer-  porque nunca se rinde. Alejandra, te queremos y te de-
                    nos ver la vida de otra manera.                      seamos todo el éxito.


                                “Proponerse objetivos es el primer paso de convertir lo
                                invisible en visible.” �Tony Robbins.                                                119
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